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CAPÍTULO 32: HERIDAS DEL PASADO

Me quedé al lado de Penélope toda la noche. No me aparté de su lado ni un minuto, sin quitarle los ojos de encima, revisando ocasionalmente su condición y brindándole consuelo en su sueño al pasar suavemente un paño húmedo por su rostro y brazos. Ignoré mi propio sueño y la traté con especial cuidad...