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CAPÍTULO 29: TODO POR SU CULPA

Mis ojos no se apartaron de ella ni un minuto desde que llegó a la mesa del comedor al día siguiente. No llevaba su traje profesional esta mañana; de hecho, vestía unos simples vaqueros, una camiseta blanca lisa y unas zapatillas blancas. No había nada ostentoso en su atuendo esta mañana, sin embarg...