Read with BonusRead with Bonus

35

DAISY

—Sí... sí... sí... mierda... ¡más fuerte!— gritaba con intenso placer mientras montaba a horcajadas al fornido desconocido australiano que conocí en la discoteca hace una hora.

Agarré la sábana con un puño apretado por la velocidad a la que íbamos. Ambos gemíamos tan fuerte en ese momento. M...