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Decebel se sintió aturdido al despertar. Sacudiendo la cabeza, se pasó las manos por la cara.

En una ráfaga de locura, los recuerdos lo inundaron y se levantó de un salto con un gruñido. Pero no había nadie para responder, solo cuatro paredes de piedra. Decebel se acercó a la que tenía una puerta. ...