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40. Desayuno

Elise se despertó en una cama grande. La sábana de satén se pegaba a su cuerpo desnudo. Se sentó y miró alrededor de la gran habitación. Las ventanas estaban abiertas, dejando que la luz roja del día entrara. La puerta se abrió y entró una chica de cabello rubio.

—Perdóneme, señorita. Le traje algo...