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Capítulo 6

En el exclusivo enclave de Aurora City, el Garden Estate se erigía como un testimonio de opulencia y exclusividad. Construido por la Corporación Kane, era conocido por su lujo y seguridad, con numerosos controles que aseguraban que solo la élite pudiera entrar. Sin embargo, a la abuela Helen le resultaban molestas estas estrictas medidas, especialmente porque visitaba con frecuencia la propiedad de su nieto.

Después de pasar el último punto de control de seguridad, la abuela Helen suspiró aliviada.

—¿Por qué tengo que soportar esto cada vez? Mi propio nieto no ha informado a su equipo de seguridad que debería estar exenta de este trámite.

—Relájate, abuela —respondió su acompañante—. Puedes hablarlo con él más tarde.

Helen admiró el pintoresco paisaje de la propiedad.

—La única característica redentora de este lugar es su hermosa vista.

Al llegar a la mansión, los guardaespaldas abrieron rápidamente la puerta del coche, inclinándose respetuosamente.

Una criada, Clara, salió apresurada a recibirla.

—Bienvenida, abuela.

Helen miró a su alrededor, notando la ausencia de mujeres jóvenes.

—¿Dónde está la mujer con la que se casó mi nieto?

—Aún no ha regresado, pero mencionó que volvería a las 3 p.m.

Helen asintió, decidiendo esperar a la misteriosa mujer con la que su nieto se había casado hace un año y seis meses. A medida que se acercaban las 3 p.m., Lily Evans regresó a casa. Al ver un coche afuera, se preguntó si Alexander había vuelto.

Al entrar en la mansión, se encontró con Clara.

—Por fin has vuelto, señorita Evans.

—Sí.

—Llevaré tus cosas a tu habitación. La señora Kane está en la sala esperándote.

—¿La señora Kane? —Lily se sorprendió.

—Sí, la abuela del señor Kane está aquí para verte.

—Oh —respondió Lily, ahora entendiendo—. La veré de inmediato.

Al entrar en la sala, Lily vio a una elegante mujer mayor cuya nobleza era evidente. Helen se volvió para ver a Lily, quien, a pesar de su atuendo sencillo, irradiaba gracia y calidez genuina.

—Hola, abuela. Es un placer conocerte —saludó Lily con una sonrisa sincera.

Helen asintió.

—Siéntate, querida.

Observó el comportamiento sereno de Lily y quedó impresionada.

—Supongo que eres la mujer con la que se casó mi nieto.

—Sí, abuela —confirmó Lily.

Helen se rió.

—Ya me caes bien. Mi nieto hizo una buena elección.

Lily sonrió, evitando el contacto visual directo por respeto. Helen, intrigada por el comportamiento de Lily, preguntó:

—¿Cuál es tu nombre, querida?

—Lily Evans.

—Lily Evans —repitió Helen—. Bonito nombre.

—Gracias, abuela.

Helen asintió.

—Cuéntame sobre ti, Lily. ¿Qué te gusta hacer?

Helen estaba ansiosa por saber más.

Antes de que Lily pudiera responder, una voz familiar y fría interrumpió:

—No hay necesidad de eso, ya que el matrimonio solo durará un año y seis meses.

La abrupta declaración de Alexander dejó a Lily atónita, pero enmascaró su dolor.

Helen frunció el ceño ante la frialdad de su nieto, pero sonrió cálidamente a Lily.

—¿Qué te gustaría comer, abuela? Lo prepararé para ti —ofreció Lily, levantándose.

Alexander frunció el ceño.

—Eres una niña muy considerada, pero no es necesario. Tengo compromisos con amigos —dijo Helen, preparándose para irse.

—Está bien, abuela, déjame acompañarte —ofreció Lily.

Alexander se interpuso en su camino, bloqueando su paso. Sus ojos se encontraron brevemente antes de que Lily apartara la mirada.

—Clara te acompañará —dijo firmemente.

Helen se fue con una sonrisa, complacida con su visita.

Mientras tanto, Alexander le entregó a Lily un nuevo contrato.

—Firma ambas copias y entrega una a Clara.

Se alejó sin esperar su respuesta.

Lily exhaló profundamente, sintiendo su hostilidad. Fue a su habitación, leyó cuidadosamente el contrato, firmó ambas copias y entregó una a Clara. En la cocina, escuchó al personal chismorrear sobre el inusual regreso temprano de Alexander.

Al ver su miedo, Lily los tranquilizó.

—Continúen con su trabajo. No diré una palabra.

—¿Necesita algo, señorita Evans? —preguntó Clara.

Lily negó con la cabeza.

—Le entregaré esto al señor Kane yo misma.

—Gracias, señorita —respondió Clara, tomando nota del documento.

—¿Sabes dónde puedo encontrar al señor Kane?

—Debería estar en su estudio.

Siguiendo las indicaciones de Clara, Lily encontró el estudio. Tocó la puerta pero no recibió respuesta. Estaba a punto de volver a tocar cuando la voz fría de Alexander la sorprendió por detrás.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, caminando hacia ella.

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