




Capítulo 3
La expresión de Alexander era tan afilada como una hoja, cortando la tensión en la habitación.
—Tu tiempo comienza ahora, James. Si yo fuera tú, ya estaría fuera de aquí. Odiaría verte perder tu trabajo por dudar.
James no necesitó más indicaciones. Su corazón latía con fuerza mientras salía corriendo de la habitación, la puerta cerrándose detrás de él con un clic resonante que se escuchó en su pecho. La tarea que tenía por delante parecía insuperable: encontrar un candidato adecuado para un matrimonio de conveniencia en 48 horas. Las apuestas eran más altas que nunca, y el fracaso no era una opción.
Mientras se movía por la bulliciosa oficina, sus pensamientos giraban como una tormenta. La gravedad de la orden de Alexander pesaba mucho sobre él. ¿Cómo podría encontrar a alguien que cumpliera con los estándares imposiblemente altos del magnate multimillonario? El reloj estaba corriendo, y el tiempo se le escapaba entre los dedos como arena.
Durante las siguientes 24 horas, James recorrió la ciudad, realizando entrevistas con docenas de mujeres, todas ansiosas por casarse con un multimillonario. Pero los requisitos de Alexander eran exigentes, y ninguna de las candidatas estaba a la altura. La frustración carcomía a James, cada rechazo lo empujaba más cerca del borde de la desesperación.
En medio de esta búsqueda frenética, Alexander se sentaba solo en su estudio, con los ojos fijos en el reloj. Los segundos pasaban, cada uno un recordatorio del camino precario que estaba a punto de recorrer. Esto no era solo una transacción comercial; era el comienzo de algo que podría alterar el curso de su vida para siempre.
Cuando James finalmente regresó, era una sombra de su antiguo yo, exhausto y demacrado. Sus ojos estaban inyectados de sangre, y el peso de las últimas 24 horas parecía haberlo envejecido años. Pero llevaba consigo un último rayo de esperanza: un solo perfil que había llamado su atención entre los innumerables rechazos.
Alexander levantó la vista cuando James entró en la habitación, su expresión indescifrable.
—Te das cuenta de que solo te quedan 24 horas —dijo fríamente—. Estar aquí parado no te va a ayudar.
James tragó saliva, sintiendo el sudor perlado en su frente a pesar del aire fresco en la habitación.
—He encontrado una candidata, señor. Ella es... diferente a las demás.
—¿Diferente? —La ceja de Alexander se arqueó con un leve interés—. ¿Cómo?
James entregó el perfil, su mano temblando ligeramente.
—Su nombre es Lily Evans. No proviene de una familia adinerada, pero hay algo en ella: una honestidad, una fortaleza. Podría ser lo que está buscando.
—Sabes que muchas mujeres son bastante buenas para disfrazarse —Alexander tomó el perfil, escaneándolo con ojo crítico. Estuvo en silencio por un momento, el único sonido en la habitación era el crujido de los papeles mientras los hojeaba. Finalmente, levantó la vista, su mirada tan aguda como siempre—. Tráela.
Lily Evans entró en el estudio, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. La grandeza de la mansión era abrumadora, pero se obligó a mantenerse serena. Esta era su oportunidad, su única oportunidad de cambiar su vida. No estaba allí solo por el dinero; había estado admirando en silencio a Alexander durante años, siguiendo su carrera con una fascinación que rozaba la obsesión. Pero nada de eso podía mostrarse en su rostro ahora. Tenía que estar tranquila, serena y profesional.
Los ojos de Alexander se alzaron cuando ella entró, y por un breve momento, algo parecido a la curiosidad cruzó su rostro.
—Señorita Evans, por favor, tome asiento —dijo, señalando la silla frente a su escritorio.
Lily asintió educadamente y se sentó, con las manos dobladas ordenadamente en su regazo.
—Gracias por recibirme, señor Kane.
Él la estudió por un momento, su mirada intensa y penetrante, como si intentara desentrañar sus secretos solo con mirarla.
—¿Entiende la naturaleza de este acuerdo?
Lily sostuvo su mirada sin titubear.
—Sí, señor Kane. Entiendo que esto es un matrimonio de conveniencia, no uno tradicional. Estoy preparada para cumplir mi papel sin malentendidos.
Alexander se recostó en su silla, su expresión pensativa.
—¿Por qué querría entrar en un acuerdo así? ¿Qué espera ganar con esto?
Lily tomó una respiración profunda, estabilizándose.
—He estado luchando para llegar a fin de mes. Este acuerdo me ofrece estabilidad financiera, y creo que puedo cumplir con las responsabilidades requeridas. Más que eso, no busco amor ni apego emocional. Estoy aquí porque quiero mejorar mi vida.
Sus palabras eran medidas y calmadas, pero en el fondo, sus sentimientos eran mucho más complicados. Había pasado años admirando en silencio a Alexander desde lejos, cautivada por su poder e inteligencia. La idea de estar cerca de él, incluso en un acuerdo formal, era algo con lo que nunca se había atrevido a soñar. Pero no podía dejar que eso se notara. Tenía que mantener sus emociones bajo control.
Los ojos de Alexander se entrecerraron ligeramente, como si percibiera que había más en su historia, pero no insistió.
—Este será un acuerdo legalmente vinculante, señorita Evans. No habrá involucramiento romántico, solo un compromiso mutuo para cumplir los términos.
—Sí, señor Kane —respondió Lily con firmeza—. Lo entiendo completamente. Estoy preparada para eso.
Alexander la observó por otro largo momento, su mirada inquebrantable. Estaba buscando cualquier signo de engaño, cualquier indicio de que ella pudiera estar ocultando algo. Pero todo lo que vio fue determinación calmada, y eso lo intrigó. Finalmente, asintió, inclinándose ligeramente hacia adelante.
—Muy bien. Si está lista para proceder, podemos avanzar. Haré que se redacten los documentos legales y comenzaremos el proceso de registrar el matrimonio.
El corazón de Lily dio un vuelco, pero mantuvo la compostura.
—Gracias, señor Kane. Estoy lista para proceder.
Alexander asintió una vez más, señalando el final de la conversación.
—James se encargará de los detalles. Trabajará con él para completar la documentación necesaria.
James dio un paso adelante, su alivio palpable mientras tomaba el control.
—Gracias, señorita Evans. Comenzaré a hacer los arreglos de inmediato.
Lily se levantó y salió del estudio, un torbellino de emociones girando dentro de ella. Había asegurado la posición que tanto había deseado, pero la realidad de lo que había acordado apenas comenzaba a hundirse. No sabía por qué él la había elegido entre tantas candidatas, ni entendía en qué tipo de destino se había colocado.
«¿Qué pasará, Lily? ¿Te arrepentirás de esto en el futuro?» se preguntó, apretando los puños.