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Capítulo doce

En el momento en que abrí la puerta del todoterreno, mi madre comenzó a olfatear el aire.

Sabía que podía olerlo.

Sus ojos se encontraron con los míos, primero con pánico, luego con lástima.

—Oh, diosa mía, Aria. ¿Quién...?— Vi cómo sus ojos se dirigían a la puerta del centro de eventos, donde Ba...