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Deja caer la pelota

Opal respira rápidamente, su pecho subiendo y bajando mientras se recupera de otro orgasmo. Apoyo mi mejilla en su muslo. Me he instalado entre sus piernas. Ella es realmente insaciable. Si pudiera vivir solo de orgasmos, lo haría.

—Eres bueno en eso —murmura, su voz somnolienta—. ¿Cómo es que eres...