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¡Cambia para nosotros, Feeder!

—¿Es ella? —pregunta una mujer rubia con una nariz puntiaguda, su dedo levantado apenas más afilado que su pico—. ¿Es la maldita criadora?

Respiro hondo, no quiero problemas. Obviamente estoy en desventaja numérica, y aunque no tengo problema en patear el trasero de Opal y sus amigas, tengo la sens...