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No hay adonde correr

Lydia

El movimiento del camión me marea. Jesse me deja descansar la cabeza en su regazo, ya que es más cómodo que el suelo metálico del camión. Ella y yo hemos estado apoyándonos mutuamente. Tener a alguien con quien hablar hace que esta experiencia sea más soportable.

—¿Cómo es en tus tierras? —p...