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Ven a mi ático...

—Buenos días, señor —saludé en cuanto entré en su oficina.

Él estaba ocupado garabateando en un enorme archivo frente a él y, como de costumbre, ignoró mi presencia.

Cerré la puerta detrás de mí y luego procedí a sentarme frente a él.

Ya estaba bastante acostumbrado a esta rutina, así que realmen...