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No le caigo bien a su madre...

Caminábamos de la mano por el pasillo otra vez, pero esta vez, ya estaba acostumbrada a las miradas que recibía.

Nada de eso me importaba ya y no me molestaba en asentir a aquellos que me saludaban.

Era un baile extraño. Uno que aún no tenía sentido para mí. Desde la atención que Luciano recibía h...