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Amelia estaba holgazaneando en la opulenta villa, luciendo como la viva imagen de la despreocupación privilegiada con una copa de vino tinto en la mano y un caro camisón sobre su cuerpo.

Frente a ella se extendía un desayuno indulgente que las criadas habían preparado esa misma mañana.

Justo en es...