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Capítulo 34

Atravesé la puerta, el pasillo exterior y bajé las escaleras, con el corazón latiendo tan fuerte que apenas podía escuchar los leves aullidos y gruñidos que se desvanecían a medida que me alejaba de lo que sea que estuviera ocurriendo en ese apartamento.

«¡¿Qué demonios, qué demonios, qué demonios?...