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Cincuenta y uno

—¡Qué demonios!—gritó Eva, devolviendo el golpe instantáneamente con un puñetazo en la nariz del hombre.

Ethan gruñó mientras se doblaba, cubriéndose la nariz con las manos mientras oscuros riachuelos de sangre comenzaban a filtrarse entre sus dedos y a gotear sobre el suelo del bosque. Eva no se q...