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UN LEÓN FURIOSO

Mientras Daniella conducía a la mayor velocidad que jamás había alcanzado, su corazón latía tan fuerte en su pecho que podía escucharlo como un tambor en sus oídos.

Sus manos estaban frías y sudorosas mientras intentaba controlar el volante con temblor.

—Oh, Señor. Por favor, salva a mi papá y pro...