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Capítulo 19: El arte de la guerra de una mujer

—Mueve tu cuerpo.

—Sí, así es.

—¡Arriba, abajo, recto!

—¡Otra vez!

—¡Arriba, abajo, recto!

—¡Otra vez!

—¡Otra vez!

Durante unos cuarenta minutos, estas fueron las palabras que Erik no dejaba de repetir mientras yo atacaba el saco de boxeo rojo hasta el cansancio... o al menos hasta el poco ef...