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Reflexiones sobre ella

—¡Oh, Dios mío! Rinna, métete debajo de la cama... métete debajo de la cama de Xenia —murmuró entre risas. Al escuchar los pasos de Xenia cada vez más cerca, sin otra opción, decidí meterme debajo de la cama. Sorprendentemente, en el momento en que lo hice, la puerta se abrió de repente y allí entró...