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Capítulo noventa y uno

Me besó la cabeza, la frente y luego bajó hasta mi cuello y finalmente mis pezones doloridos, pero no pude detenerlo, lo dejé hacer lo que quisiera conmigo. Cuando mi respiración comenzó a volverse errática, soltó mis pezones y se levantó de nuevo.

—Abre la boca para mí, princesa —dijo antes de sos...