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Capítulo setenta y dos

Toda la habitación queda en silencio, excepto por la risa de Cullen que a nadie le parece graciosa, especialmente a mí. Se lo dije en confianza, ¿cómo pudo hacerlo? Mi corazón late a mil por hora, no sé a dónde o a quién mirar. Confié en Cullen y se lo conté en confianza, y él lo usó contra su herma...