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Capítulo sesenta y dos

Mis padres piensan que ella está durmiendo en mi casa, me la confiaron y yo confié en ella al traerla aquí. No puedo creer que todo el tiempo ella estuviera tratando de engañarme, tal vez la secuestraron o algo peor. Oh Dios.

—¿Podrías parar, por favor?

—¿Parar qué?

—Parar de entrar en pánico, de...