Read with BonusRead with Bonus

Perfecto

Me senté al lado de su cama, sosteniendo su mano frágil e inerte en la mía.

Su piel estaba fría. Inmóvil. Y solo la miraba, esperando un parpadeo, un espasmo, cualquier cosa—hasta que las lágrimas se secaron en mis mejillas. Pero ella seguía igual. Inmóvil. Silenciosa.

No me moví. No hablé. Solo m...