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Capítulo 58.

Afuera, las luces de la ciudad convertían la noche en día y Aidas puso sus manos en los botones de la blusa de Lacey, desabrochándolos uno a uno.

Hunt continuó devorando su boca y cuello y ella se preguntó vagamente si alguien podría verlos a través de la ventana.

—Eres tan hermosa, Lacey —dijo Ai...