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Capítulo 59

Las miradas asombradas en los rostros de Javier y sus hombres no tenían precio. La cabeza de Dave iba de un lado a otro; no estaba seguro si estaba alucinando.

—¡Maldita sea! Me alegra mucho verlos. ¿Qué les tomó tanto tiempo? ¿Vieron el rastro que dejé? —dijo con sarcasmo.

—También es bueno verte...