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Baila conmigo

Mi rostro se sonrojó y sentí como si la temperatura hubiera subido veinte grados aquí. Esto estaba empezando muy bien.

—Mierda, ya la estoy cagando.

Ella tomó mi mano de nuevo y negó con la cabeza.

—No lo estás haciendo —susurró—. Solo pregúntame lo que realmente quieres saber.

—¿Por qué decidis...