Read with BonusRead with Bonus

El accidente

¡Jesús! Mi piel enrojecida ya no era por vergüenza, sino por mi pura hambre por este hombre. ¡Sí, por favor, haz todas esas cosas!

—Pero hay cosas sobre mí que aún no sabes y tengo miedo de que me odies después de que te cuente lo que necesito decirte. No quiero que me odies ni que te odies a ti mi...