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Deseos salvajes

La campanilla familiar sobre la puerta tintineó cuando entré en el restaurante. Deb me sonrió de inmediato, pero cuando vio que era yo, su sonrisa se hizo más grande y genuina. Me guiñó un ojo mientras me dirigía a mi lugar en el fondo.

—Hola, cariño. ¿Qué te trae por aquí tan temprano? —Puso un va...