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Zayed escuchó el teléfono de Ameya sonar una vez más.

Ella atendió la llamada, habló por un momento y se la pasó a Zayed.

—Zayed Ahmed al Zidra —dijo sin mirar la identificación del llamante.

—Zayed. ¿Dónde demonios está tu teléfono? Te he estado llamando toda la mañana —escuchó a su madre regañá...