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32. Te morderá.

Cuando entramos, me quedé sin aliento ante la fiesta de bienvenida.

—Bienvenido de nuevo, Maestro Ares —dijeron todos al unísono.

Había dos filas de ayudantes de la casa en grupos de diez. A un lado estaban los hombres y al otro lado las mujeres. Estaban vestidos como sirvientes y mayordomos y ten...