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Capítulo veintitrés

Tempest

No puedo dormir, ni Sargent tampoco. Sigue llamando a Maddox, y cada vez que no hay respuesta, veo cómo aumenta su pánico. Ni siquiera yo sé dónde podría estar en este momento.

Espero que esté a salvo.

—¿Estás seguro de que no lo han arrestado? —pregunto, mordiéndome la uña del pulgar...