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Se inclinó para besarme de nuevo, pero hubo un golpe en la puerta que le hizo soltar un gruñido de molestia y a mí una risita. Me dio un último beso en los labios y se apartó guiñándome un ojo de manera juguetona, pero lo que me asustó fueron sus ojos, que contenían una promesa, una promesa de que e...