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Capítulo setenta y cinco

Avery y el Rey Zale se levantaron simultáneamente y se estrecharon las manos con afecto. Era el último día que Avery tenía para pasar en los Mares Pálidos, y los dos se habían reunido para su última conversación 'oficial' de su estancia.

—Gracias, amigo mío. No me di cuenta de que mi reino había ca...