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Capítulo cuarenta y siete

La ciudad pacífica que Ellie había llegado a amar estaba casi desaparecida. Flores, plantas, árboles – los hogares de las personas – habían sido arrancados del suelo, arrojados a un lado como si un niño gigante se hubiera aburrido de sus juguetes. Una variedad de objetos yacían esparcidos y atrapado...