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Capítulo 59

—¿Y qué hay de usted, mi Señor? —Aldrich apartó la vista de su hija temblorosa y su esposa angustiada. La tensión se desvanecería como siempre lo hacía y Aldrich no tenía dudas de que los restos de los percances de esta noche serían recordados perpetuamente. Él era, después de todo, su único benefac...