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86 Crimen y castigo

Me acerco una silla y me siento frente a Gina, quien mira la porra eléctrica en mi mano con ojos aterrorizados. Su frente estaba cubierta de sudor y sus labios rojos estaban borrosos por la cinta. Para este momento, Gina había perdido su arrogancia. Era como un gato temblando en una jaula. El miedo ...