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82 ¡Me casaré contigo!

Frade me miró como si fuera una extraña. Estaba perdida. Nuestras miradas se cruzaron. Ya no podía ver la mirada familiar en sus ojos, la llama ardiente se había apagado.

—¿No me recuerdas? —encontré mi voz tan suave como una brisa. Tenía el corazón en un puño, y su respuesta sería la clave para mí...