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79 El juego del cazador

—¡Hola, mi pequeña rosa! —La voz calmada de Daley llegó por el teléfono justo cuando estaba a punto de desesperarme. Me devolvió la esperanza.

—Por favor, ayúdame —supliqué.

—A tu servicio —dijo Daley—. Hay un coche negro esperándote fuera del callejón. No te preocupes por la policía. Los he envia...