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29 La pasión

—Eva.

—¿Qué? —Mis dedos acariciaron su mejilla. Están rojos y calientes.

—¿Puedo follarte? —preguntó, succionando mi garganta.

—Por favor —dijo, soplando aire caliente en mis tímpanos de una manera que no pude resistir.

Asentí en señal de acuerdo y alcancé su pene, luego lo sostuve en mi mano. E...