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12 ¡No toques mis cosas!

Me acosté en la cama con mi celular boca abajo en la mesita de noche. La brisa nocturna entraba por la ventana del dormitorio y rozaba suavemente mi cuerpo desnudo. El último suspiro de Frade en el teléfono parecía persistir, pero a medida que la habitación se enfriaba, su voz y su rostro se desvane...