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Sesenta y nueve

Rey Leondre Pov

La acuné en mis ojos y le rogué que despertara, pero sus ojos seguían cerrados.

Todavía respiraba, lo que me consolaba; besé su rostro una y otra vez. Su vestido, que alguna vez fue hermoso, estaba desgarrado y empapado en su sangre, y su frente sangraba profusamente.

Cuando los para...