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Sesenta y ocho

Al llegar al seminario, todo es, por supuesto, maravilloso y, como de costumbre, todos muestran su riqueza a través de ropa de diseñador y joyas caras.

—Hola, Luna —unas cuantas damas vinieron a saludarme, entre ellas Betty y Michelle, quienes elogian mi vestido. Mientras me muevo para saludar a la...