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Un paseo en coche

A la mañana siguiente, Zorah respiró hondo mientras tomaba su teléfono y marcaba el número de su madre.

Después de varios timbres, finalmente contestó.

—¿Hola?

—Hola, mamá —aclaró su garganta—. Soy yo, Zorah.

—¡Zorah! No he sabido de ti en semanas. ¿Sigues en Sicilia?

—No. En realidad, estoy aq...