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callejón sin salida

Zorah sentía el peso de la humillación mientras el coche se detenía en un puesto al borde de la carretera. Icaro no le había dicho una palabra más después de lo que para ella había sido una súplica, pero su mandíbula estaba apretada y sus manos agarraban con fuerza el volante.

—¿Estás enojado conmi...