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Capítulo 34

Esther estaba sentada en una roca junto al piloto y yo caminé hacia ellos.

—¿Cómo están aguantando?

—Algo anda mal con mis pies, jefe, pero me alegra que todos estemos vivos —respondió el piloto cuyo nombre siempre olvido. Asentí brevemente antes de mirar hacia Esther.

—No me pasa nada, solo esto...