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Capítulo veinte

Me encantaba el olor de los libros.

—¿No crees que eso es un poco brutal para Hannah? —preguntó Emelie con una voz suave y preocupada por encima de mi cabeza.

Sonreí a Hannah, que era una pulgada más alta que yo. Como su madre y su hermana, la niña era alta. Giré la cabeza para mirar a Emelie, que...