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Inicio > Verdades > pt2

—No eres un sádico, Alex. En algún momento, te convenciste de que no podías tener intimidad porque te gustaba azotar a las mujeres y te confundiste porque, básicamente, nunca sanaste de tu corazón roto. —Me inclino hacia adelante y coloco mi palma en la mejilla de Alex—. Me has demostrado una y otra...