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Capítulo cuarenta y tres

Kimberly odiaba el silencio entre ellos.

Volvió, con venganza, tan pronto como vieron que el condón se había roto.

No mucho después, mientras ella luchaba con sus medias arruinadas, abrochándose la chaqueta y tratando de alisar su cabello enredado con tanta prisa.

Asher se inclinó sobre el asient...