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Capítulo cuarenta y uno

Ella acarició el lado áspero de su rostro y susurró suavemente, con una voz de pura tentación:

—¿Por qué no seguir adelante? ¿Por qué no hacer lo que ninguno de los dos puede dejar de querer hacer, solo una vez? —dijo suavemente.

Él sabía exactamente cómo debía responder a esas peligrosas pregunta...