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Capítulo treinta y ocho

—Estás helado —dijo ella suavemente.

—Entraré en calor, no te preocupes —dijo él, desestimando su bienestar como si no importara una vez más.

—Oh, por favor. Aquí hace casi tanto frío como afuera —dijo ella.

Frío y cada vez más frío. Su nariz se sentía como una pequeña losa de hielo. Recogió los ...